Hoy quiero compartir con vosotros, por primera vez, uno de mis relatos sanadores. Deseo que os aporte energía y paz.
ALIMENTO DE VIDA
La vida me ofrece hoy un suculento manjar. Doy las gracias por ese alimento y me dispongo a saborearlo. Sosiego, por tanto, mi mente. Relajo mi cuerpo. Mi alma está en paz.
Ahora que estoy preparada para el combite, observo y huelo la comida que hay ante mí. "Tengo hambre, pero no sé si me va a gustar" (pienso si es algo nuevo que nunca antes he probado). "Esto ya lo probé y no me gustó/me sentó fatal" (me digo si la experiencia anterior no fue de mi agrado).
¡Stop! se acabaron esos pensamientos de miedo e indigestión ante el alimento de vida. Ahora, ya sólo con mirarlo y olerlo ya disfruto, aunque no lo conozca de nada o aunque piense: "umm, esto no sé si me va a gustar ni cómo me va a sentar".
Ahora recibo el alimento en mi templo sagrado, con dulzura, agradecimiento y tranquilidad. Dejo que empape mis sentidos y lo mastico y salivo despacio. Lentamente va calando la energía y viaja por todo mi cuerpo, aportándome lo que necesito para seguir adelante.
Alimento para mi espíritu, para conectarme con la humanidad y la naturaleza. Libertad y flexibilidad corporal y de conciencia plena, limpia, sólida.
Soy un ser que la vida cuida, riega, poda y alimenta cada día. Esos cuidados posibilitan mi crecimiento y así yo doy lo mejor.
Probar, degustar, decidir. Experimentar, hallar, sorprenderme. Equivocarme, aprender, continuar...
¡VIVIR!